MI ENCUENTRO CON EL
LENGUAJE[i]
Daniel Alejandro Muñoz Sierra
I.- INTRODUCCIÓN
En el modulo de Laboratorio de Metodología de la
Educación Básica. Lenguaje y comunicación, se plantea como uno de los
propósitos analizar mis experiencias con la lengua oral y escrita a modo de
reconocerme como usuario de éstas y propiciar la reflexión sobre las
complejidades en su aprendizaje.
El motivo de este escrito atiende a dicho propósito
pues en éste se plantean los momentos más relevantes que recuerdo haber vivido
y, de algún modo, planteo el contexto en que me encontraba y cuyos resultados
fueron la apropiación del lenguaje.
También, se hará evidente cómo el enfoque de enseñanza
desde el cual el individuo aprende a leer y escribir tiene implicaciones en su
vida; en lo personal, a partir de la elaboración de este escrito me percato de
situaciones referentes a mis hábitos de lectura y escritura a lo largo de mi
vida.
Como docente, ahora tengo la tarea de crear las
condiciones para que los alumnos construyan aprendizajes para el dominio de la
lectura y escritura, en tal sentido, también expresaré mi postura respecto a
esta importante labor educativa, donde precisaré cuál será mi estilo de
enseñanza actual en el campo formativo de lenguaje y comunicación.
Finalmente, otro elemento importante abordado en este
trabajo, involucra a las prácticas sociales del lenguaje, pues a partir de
recuperar mis experiencias se hará evidente cómo los retos que el contexto
plantea a los individuos desde la infancia y a lo largo de la vida, va
originando avances en el proceso de alfabetización, como señala Nemirovsky M.
(2009) “la alfabetización de un sujeto implica un proceso permanente a través
del cual avanza y amplía su capacidad para producir e interpretar textos. El
entorno tiene un papel decisivo en dicho proceso.”
II.- DESARROLLO
Soy Daniel Alejandro Muñoz Sierra, nací en Juan Díaz
Covarrubias, Veracruz, me desempeño como docente de educación primaria y
estudiante de la maestría en educación básica; como escritor debo reconocer que
no soy una persona que produce diversos tipos de textos por propia voluntad, en
lo cotidiano escribo mensajes de texto ya sea en alguna herramienta tecnológica
o cuando me encuentro en el salón de clases (en la pizarra) para comunicarme
con los alumnos de una forma más concreta y organizada.
Si pienso en cuándo, dónde y con quiénes aprendí a
escribir, me percato que aprendí, de manera más directa, en la escuela
primaria, aún cuando recuerdo haber adquirido con anterioridad algunas nociones
sobre el lenguaje: conocimiento de las vocales y el abecedario, además del
lenguaje oral, pues como dice Margaret Meek (2004) “leer y escribir son
actividades que están insertas en el habla e inmersas en ella”, por lo que desde
uno se encuentra en casa, se comienza a desarrollar el lenguaje con la
expresión oral, de ahí que Lerner D. (2001) señale “cuán importante es la
contribución del hogar para desarrollar las primeras etapas de de la
alfabetización”.
Muchos de los acercamientos al lenguaje fueron con
apoyo de algunos compañeros, aunque no recuerdo que me dijeran cómo hacer las
cosas, si estoy seguro de haberme fijado en la forma en que ellos escribían y
corregir mi escritura a partir de lo observado; pues una dificultad común con
la apropiación del lenguaje, tenía que ver con la escritura, en un principio no
lograba comprender en su totalidad la correspondencia letra-grafía, es decir,
algunas sílabas y sus sonidos se me olvidaban, al momento de escribir me
confundía.
Sin embargo, recuerdo al encontrarme sentado junto a
un compañero, y hacer uso del lenguaje en interacción con él, pude dar solución
a esa problemática, claro, también con el apoyo del docente que en ese momento
tuve, es decir, cuando nos dictaban palabras que escribíamos en el cuaderno, yo
anotaba lo que podía, pero aquello que desconocía, lo observa de mi compañero
de junto para completar mi escritura, en ese momento me encontraba en un
proceso de apropiación, porque poco a poco iba comprendiendo esas sílabas que
antes no podía.
Vale la pena decir
que cuando me encontraba cursando el primer grado, en el año de 1994, apenas
comenzaba a emplearse elementos del programa de estudio 1993 de educación
primaria, que ya consideraba el proceso de adquisición del lenguaje desde una
perspectiva constructivista.
Sin embargo, debido a la cultura escolar que se vivía
en la primaria donde estudié, recuerdo que aprendí, según menciona Vernon, S.
(2004) mediante una “enseñanza directa”, pues mi aprendizaje se basó
principalmente en el conocimiento sonoro-gráfico del sistema de escritura. Por
lo tanto, es probable que de ese hecho surja el motivo por el cual no escribo
mucho en la vida cotidiana; es decir, que aprendí el lenguaje pero como algo
disociado del contexto.
Referente a ese proceso de apropiación del lenguaje,
estoy de acuerdo con lo que señala Kalman J. (2003) “la apropiación… se
distingue por el papel protagónico… para satisfacer una demanda de la lenguaje
específica de su vida cotidiana” pues en una ocasión mi papá me compró una
revista sobre una caricatura que en ese momento se encontraba muy de moda
(pantera rosa) y en un primer momento sólo podía leer las imágenes, pues a
través de ellas imaginaba lo que sucedía, sin embargo, recuerdo que deseaba
leer las letras que acompañaban a las imágenes, pues sabía que ahí decía lo que
pasaba, ello me llevó a esforzarme más, hasta que un día, con esa misma revista
al estar intentando leerla y entenderla comencé a leer, al punto que con un
poco de felicidad le dije a mi papá: “ya sé leer” y en ese instante comencé a
leer (pausadamente silaba por silaba) lo que decía la revista.
Por otro lado, si pienso en la clase de textos que he
escrito a lo largo de mi vida personal, debo decir que he tenido contacto con
la mayoría, principalmente han sido escritos que se me han encomendado elaborar
durante mi transito por las diferentes etapas de estudiante, por lo que han ido
desde la escritura de cuentos, hasta la elaboración de un documento
recepcional. Aunque también, he elaborado textos referentes al trabajo docente,
como informes y diarios de trabajo.
Reflexionando acerca de cómo han cambiado mis
prácticas escritas de estudiante a maestro, advierto que como estudiante
realizaba escritos sin mucha organización, quizá solamente por cumplir con la
práctica de escritura; ahora como maestro y estudiante de la maestría, escribo
no sólo por cumplir una acción, sino para comunicar ideas de manera clara, para
organizar mi pensamiento y sobre todo para atender situaciones de la vida
cotidiana. Lo anterior, desde mi punto de vista habla de un proceso de
desarrollo del lenguaje.
La implementación de las Tecnologías de la Información
y Comunicación (TIC’s) ha facilitado el proceso de escritura, pues me permite
hacerlo más rápido, al tiempo que hace más sencillo realizar correcciones y
revisiones a los textos. Esto ha contribuido con el desarrollo de mi lenguaje,
ya que ahora comunicarme por escrito es parte de la vida diaria, es decir,
existe una práctica social del lenguaje escrito más intenso y por tanto me he
visto en la necesidad de mejorar mis herramientas de producción de textos. Ya
sea desde el ejercicio de chatear, hasta la escritura o comunicación mediante
correos electrónicos. Lo anterior, no pudo suceder si no porque ingresé a un
curso de computación tendiente a desarrollar una alfabetización digital.
En la actualidad, quiero escribir para comunicarme
cada vez con mayor eficacia en el mundo que me rodee, y a su vez, ir adecuando
mi lenguaje a los cambios que contextualmente se propicien, ya sea algo dentro
del ámbito académico o fuera de éste.
En lo general, concibo las prácticas de escritura como
un proceso en el que se organizan las ideas y se reestructuran con el fin de
comunicar alguna idea de manera clara.
Es de reconocer, que todo lo que he escrito de algún
modo influye en mi concepción de enseñanza de la lengua, pues admito que he
reproducido de cierta forma algunos elementos de enseñanza con lo que en un
momento dado aprendí. Y esto me hace reflexionar acerca de la importancia de
profundizar en el tema de la enseñanza del lenguaje, pues es momento de cambiar
esa cultura escolar que en ocasiones parece sobrevivir a cualquier reforma o
cambio.
Hasta ahora he pensado en los acercamientos más
significativos que he tenido el proceso de adquisición de la lengua escrita, y
al respecto también me he percatado que el enfoque de enseñanza bajo el cual
desarrollé mis conocimientos, atendía principalmente a las cuestiones de
ortografía y conocimiento de la tipología de textos y su estructura, que a los
fines comunicativos de los textos que se producían. Por ello, al carecer de
sentido el lenguaje, no logré desarrollar hábitos de lectura y escritura. Por
lo anterior, es importante reflexionar acerca de mi postura ante el hecho de
hacer escribir a otros (alumnos).
Desde un enfoque constructivista según señala Vernon
S. (2004) “los docentes deben proponer actividades interesantes que no puedan
ser resueltas por los niños sin ningún esfuerzo”, lo cual hace referencia a la
zona de desarrollo próximo y define el sentido desde el que motivaré a mis
alumnos a escribir, es decir, partiendo de situaciones del contexto en donde se
planteen necesidades en la producción de textos, esto es, desde prácticas
sociales del lenguaje desde las cuales leer y escribir tengan sentido.
El enfoque comunicativo y social que se plantea para
la enseñanza del campo formativo lenguaje y comunicación, tiene mucho que ver
con mis concepciones, pues a partir de esos referentes teóricos, pienso que al
hacer escribir a mis alumnos, determinaré como prioridad los fines
comunicativos, más allá de los propósitos didácticos que se planteen en el
programa de estudios. Lo anterior, para que los niños vayan encontrando un
sentido real al uso del lenguaje, por lo que la construcción de conocimientos
sea más significativa.
Es así, como considero que mi posición teórica sobre
el trabajo que debo desempeñar en la escuela durante la enseñanza en el campo
formativo lenguaje y comunicación, se orienta en un sentido co-constructivista,
donde, según Brazlavsky B. (2003) “se ensayan múltiples estrategias para
entretejer las experiencias de aprendizaje cotidiano en el medio social con el
aprendizaje sistemático y organizado de la escuela…” que acopla de mejor forma
tanto los fines comunicativos como los didácticos de la enseñanza del lenguaje.
Finalmente, una forma
de atender las dificultades mencionadas en cuanto a la producción de textos y
mis hábitos de lectura, puede ser llevar a cabo el siguiente plan de escritura
personal cuyo propósito sea: ser un lector y escritor sistemático y crítico,
que haga un uso eficiente de las habilidades de estudio y que sea capaz de
regular su aprendizaje al identificar las dificultades e idear acciones
concretas para atenderlas; esto, al concluir mis estudios de maestría.
Con acciones concretas
como las siguientes:
1.- Leer textos distintos a los que se encargan en la
maestría, para fortalecer el hábito de la misma así como las habilidades del
pensamiento que tienen que ver con tal actividad del lenguaje.
Tiempo de aplicación:
Cada tercer día leer cosas como alguna revista de información, periódicos, etc.
2.- Elaborar una narración de lo que sucede en las
aulas de trabajo, ya sea de maestría o de la escuela primaria en que me
desempeño y esto, al tiempo que me permitirá avanzar en el desarrollo de la
escritura, también me permitirá mejorar mi práctica docente, pues si dicha
actividad la centro en analizar por escrito lo que pasa en el aula, entonces
estaré reflexionando constantemente sobre mi quehacer y sobre los alumnos y por
tanto puede ser más sencillo identificar problemas y posibles soluciones.
Tiempo
de aplicación: durante la duración del programa de maestría. Al menos una vez a
la semana.
Cabe mencionar que estas acciones adquieren sentido en
una idea de Freire P. (2002) que dice “nadie escribe si no escribe, del mismo
modo que nadie nada si no nada” de lo cual infiero, que tampoco nadie aprende a
leer eficientemente si no lee.
III.- CONCLUSIONES
Me doy cuenta que mi
posicionamiento antes de realizar este análisis autobiográfico de mis
acercamientos al lenguaje tenía mucho que ver con ideas tradicionales respecto
a la enseñanza, sin embargo, a partir de la reflexión del cómo aprendí, junto
con la mención de aquel momento o reto que el contexto me puso en frente y a
través del cual aprendí de forma más significativa me hizo replantear mis
concepciones didácticas.
Por ello, después de
este escrito, me posiciono como un docente que, desde el enfoque comunicativo y
social propondrá ambientes de aprendizaje de la lengua tomando como referencia
las prácticas sociales del lenguaje, a modo de que los alumnos adviertan el
significado de comunicarse para que fuera de la escuela sean capaces de atender
los retos y dificultades que sobrevengan. Así, resulta más importante enseñar a
resolver problemas comunicativos lo más apegado a como se darían en el
contexto.
Pues de acuerdo a lo
estudiado en el modulo de Laboratorio de Metodología de la Educación Básica.
Lenguaje y comunicación, si hay que elegir entre los propósitos didácticos y
los comunicativos, hay que atender a estos últimos pues en lo que respecta al
lenguaje es lo más importante para la construcción de verdaderos lectores y
escritores
[i] Trabajo presentado en
el “Laboratorio de metodología de la educación básica. Lenguaje y comunicación”
de la Maestría en educación básica que imparte la Universidad Pedagógica
Veracruzana. Sede Coatzacoalcos.
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