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martes, 25 de enero de 2022

¿Leer obligación o placer?


¿Leer obligación o placer?

Erika Herrera Dìaz

 

Recientemente he escuchado en los pasillos escolares que leer es aburrido, que siempre queremos hacerlo, que es un problema para todos, leer no proporciona aprendizaje y demás comentarios negativos. Lo anterior me ha hecho reflexionar en el contraste: cómo una persona, hija de padres analfabetas, piensa lo contrario y más aun, cómo adquirió el gusto por la lectura esta persona humilde. 

 

“El término leer, alude al proceso de percibir y comprender la escritura, ya sea mediante la vista, la escucha o el tacto”, ( Wikipedia). Al referirse a comprender se entiende que es apropiarse de un conocimiento, eso quiere decir que se guarda y se usa cuando es necesario, es el proceso como vamos construyendo nuestro saber, posteriormente los conocimientos se van uniendo  formando una red mental, esa red de almacenamiento es la que nos ayuda a resolver la situación que se nos presente, dándonos cierto grado de autonomía.

 

Considerada la lectura, por algunos alumnos, como ineficiente para adquirir conocimientos, para asimilar conceptos y que no proporciona elementos necesarios para la vida, de lo contrario no hubiera personas que no saben leer o que no asistieran a la escuela y pueden resolver su vida. Es una opinión de una pequeña muestra de alumnos que, de alguna manera, refleja los resultados nacionales respecto al tema. 

 

 “Los datos del Módulo de Lectura (MOLEC, 2020), presentados el 23-04-2020 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), no dejan lugar a dudas: somos un país donde su población no lee, y dados los datos de rendimiento y aprovechamiento escolar, aún quienes leen tienen una muy baja o deficiente comprensión de los textos”.

 

Peor aún, los datos reflejan la carencia de la formación de quienes han estado educándolos a ellos. No podemos quejarnos de un mundo que no entiende la importancia de un acta de nacimiento o que piensa que el COVID no existe, que la vacuna nos matara; muchas vees no tienen idea de la cartilla nacional, menos saben que existen cinco continente, no se trata de memorizar, con regla en mano, las capitales de todo el mundo como se me enseñaron, a esta edad ya las he olvidado, pero aprendí que existen recursos a los que puedo recurrir cuando necesito conocer un país o tener información sobre él.

 

Constantemente la sociedad evoluciona, el uso de la tecnología se ha vuelto una obligación, para lo cual la base es comprender cómo usarla, aplicarla y no imagino la comprensión sin texto alguno. Entiéndase que texto es todo aquello que te da un mensaje: un dibujo, un mal gesto, una actitud, unas cuantas líneas para armar un electrodoméstico, un libro gigante para alimentar una tesis profesional.

 

Lamentablemente la política de nuestro país se basa en intereses personales- materiales, minimizamos las cosas importantes, de ahí la falta del cumplimiento del artículo tercero Constitucional, que establece una obligatoriedad por parte del padre de familia de mandar sus hijos a la escuela; en las aulas vemos butacas vacías, en las casas padres desinteresados en la escolaridad de los hijos y en las calles aumenta el número de niños limpiando parabrisas. La población nos confórmanos con lo que nos dé el gobierno, con lo que nos acomoda y resulta más fácil, nos gusta aquello que no representa un reto para nuestra vida, así tendemos una sociedad conformista sin interés en la lectura y la comprensión de textos en la educación básica.

 

Dentro de esta misma sociedad hay luchadores incansables por el fomento de tal actividad, entonces vuelve a mi memoria mis primeros encuentros con la lectura. Cursaba el quinto grado de primaria, mi maestra en algún momento tomó la decisión de pedirnos una revista semanal a cada alumno, podía ser atrasada o reciente, podría ser telenovelas, tv notas, la guía, muy interesante, recetas de cocina, manualidades, lo que pudiera conseguir cada alumno o su tutor.

Teníamos un librero a donde se iban colocando las revistas, nos daba un espacio para la lectura, cada quien tomaba la revista de su agrado, pudiera ser de esa semana o anterior, nos la podíamos llevar a casa siempre y cuando la regresáramos; entonces empecé a conocer artistas, trayectorias personales, chismes. Leía el capítulo que se me había pasado de la telenovela o lo leía para ver si era igual, aprendí manualidades y descubrí mi gusto por la cocina, mi mejor terapia para relajarme después de malos días. 

La maestra simplemente se sentaba en su escritorio de cedro, entre las manos siempre llevaba una revista, la leía sin prestarnos atención, al finalizar hacia un leve comentario de lo que había leído, predicaba con el ejemplo. Continuábamos con la clase, esporádicamente comentaba o nos hacía comentar mediante preguntas lo que leíamos, pero siempre era en tono de chisme, resultando una activad grata. 

No soy una lectora asidua de libros, pero si leo diario, desde una receta de cocina, una noticia, una lectura de reflexión, una historia, algunas veces libros cortos, sin importar el tema o el autor. Creo que todo merece ser leído, no podemos juzgar sin conocer.

 

Julian Marquina me hace entender por qué buscar la lectura, realizarla, aunque sea de dos minutos diarios, en su texto  “7 razones por las que leer libros es importante en la vida de las personas, aunque hay más…” Aquí las razones que enumera Marquina:

  1. La lectura es evasión y entretenimiento.  La lectura de libros nos hace libres y combaten el aburrimiento.
  2. La lectura favorece el aprendizaje. La lectura de libros nos hace más inteligentes.
  3. La lectura despierta la curiosidad y alimenta la imaginación.  La lectura fomenta el desarrollo personal y profesional.
  4. La lectura mejora las habilidades de comunicación. La lectura de libros favorece la conversación y las relaciones.
  5. La lectura empatiza y sociabiliza. La lectura de libros libera emociones.
  6. La lectura es salud. La lectura de libros es el ejercicio para mantener un cerebro sano y animado.
  7. La lectura es compañía. La lectura de libros es antídoto contra la soledad.

 

Si la lectura no fuera una herramienta que nos permitiera aprender por cuenta propia, es decir: ser autodidactas, no existiera el caso como el de Domingo Faustino Sarmiento, nacido en la pobreza, quien a sus cuatro años leía para otros en voz alta, se fue formando de manera independiente y logró llegar a ser presidente de la República Argentina. Presidente no de los que plagian libros, sino de los que los escriben, de donde nacen las letras: del alma, las corrige la razón, las anota el corazón. 

En la actualidad hay quienes consideran que la lectura es un mero habito, quizás como cortarse las uñas. Considero que el resultado de una sociedad poco alfabetizada en sentido amplio, es producto de una formación básica de baja calidad.

 

FUENTES DE CONSULTA

Arellano Saúl (2020). Tenemos datos deprimentes en materia de lectura. Blogs Cultural en portada

Adrián Pignatelli (2019). El niño Sarmiento: buen alumno, autodidacta y maestro quinceañero que llegó a Presidente. INFOBAE