DEL
ABISMO AL APASIONANTE MUNDO DE LA ESCRITURA
Viviana Godínez Salomón
“Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto
y corrompido, escribe cosas dignas de leerse
o haz
cosas dignas de escribirse.”
Benjamín Franklin
INTRODUCCIÓN
En
el Módulo de Laboratorio de Metodología de la Educación Básica. Lenguaje y
Comunicación*, se planteó la elaboración de la autobiografía de cada estudiante
de la Maestría en Educación Básica, como usurarios de la lengua escrita, y
durante la sesiones fuimos analizándolas en el grupo, haciendo observaciones,
comentarios, modificaciones y anexando nuevos argumentos.
El propósito principal que tuve para
realizar este trabajo fue poder expresar mis ideas de manera escrita, aunque
reconozco que relatar mis vivencias me permitió recordar muchas experiencias
que tuve a lo largo del mi vida, no sólo en el aspecto educativo, sino también
personal, fue muy emotivo y me produjo múltiples sentimientos.
Conforme
practicaba el proceso de recursividad, que plantea María Laura Galaburri, al
realizar mi escrito, recordaba cosas nuevas y corregía otras que podría plasmar
de diferente manera, así mismo integraba los comentarios que hacían mis
compañeros y asesor cuando se compartían los trabajos con el grupo, dichos
comentarios fueron de gran ayuda para continuar con la construcción de mi
escrito. La elaboración de esta autobiografía me permitió conocerme mejor como
escritora, ver mis fortalezas y debilidades lectoras y escritoras, así de cómo
ha sido mi proceso de aprendizaje.
En el presente trabajo se expone cómo fueron
mis primeros contactos con la escritura, desde antes que iniciara la
alfabetización y cómo se ha ido dando el proceso de construcción de
conocimientos como alumna en la adquisición de hábitos de lectura, así como las
dificultades que he tenido. Destaco el concepto de alfabetización que cuenta
con múltiples definiciones, pero me gustó el que ofrece Bertha Brazlavsky, ella
recupera la definición que se emplea en el diccionario de alfabetización de la
Internacional Reading Association y dice que esta referido a las habilidades de
leer, los niveles de lectura y escritura, también los niveles de comprensión, las
dimensiones funcionales sociales y culturales, su extensión para nuevas
competencias y, sobre todo, como estrategia de liberación en la capacidad de
leer el mundo.
También recupero el relato sobre los
escritos que a lo largo del tiempo he realizado, bueno, los que logré recordar;
y cómo han influido en mi vida, desde poder escribir un diario personal, hasta
la elaboración de un documento para la titulación. Durante mi trabajo
profesional también he tenido muchos acercamientos a la escritura, en mi
posición como escritora y también como enseñante del lenguaje escrito y oral,
tarea que no es nada fácil y menos con preescolares, donde se les brindan las
nociones comunicativas del lenguaje.
Otro punto importante que se retoma
es el acercamiento con las TIC´S, cómo me inicié en éstas, cómo han influido en
mi quehacer cotidiano y el apoyo que brindan en mi trabajo; las cuales he
utilizado de variadas formas: para elaborar documentación, escritos y tareas, y
ya con el uso del internet para investigar, platicar con personas lejanas,
tener comunicación social y laboral. También incorporo las reflexiones de mi
papel como docente al abordar el campo de lenguaje y comunicación. Para
concluir el documento se anexan algunas consideraciones sobre cómo mejorar mis
habilidades de lectura y escritura, así como los aprendizajes que tuve al
desarrollar este trabajo.
Hacer
este recuento de recuerdos, produjo en mí nostalgia y no sólo recordé cómo fue
que me inicié en la lectura y la escritura, si no muchas más que vinieron a mi
mente. Antes de continuar me gustaría presentarme formalmente: mi nombre es
Viviana Godínez Salomón, nací en la Ciudad de Minatitlan, Veracruz; el día 20
de septiembre de hace algunos años; actualmente radico en el Municipio de Texistepec,
donde también se encuentra mi centro de trabajo.
Para poder escribir desde cuándo y
cómo me inicié en las letras platiqué con mi madre, para que la información
fuera más fidedigna, ya que por la edad que tenía en ese entonces, no recuerdo
del todo bien. Lo que mi madre me platicó fue que siempre me caractericé por
ser una niña aplicada, que me gustaba hacer garabatos por todos lados, que las
paredes de mi casa parecían de grafiteros, aunque no era la única que decoraba
las paredes, mis hermanos también contribuían con sus diseños. Cuando asistí al
preescolar aprendí muchas cosas más, como colorear y hacer dibujos raros que sólo
yo podía entender. Ya para el tercer grado, mi hermano asistía a primero de
primaria y fue cuando conocí las letras convencionales: uno de los pocos recuerdos
que tengo, es que una tarde que mi madre enseñaba a leer a mi hermano, los dos
sentados a la mesa, ella se desesperada porque Pepe, mi hermano, lo único que
hacía era llorar, pues no quería estudiar, y mientras ella repetía las letras
para que él se las aprendiera, yo las iba memorizando, y así fue como logré
aprender mis primeras letras.
Durante la educación primaria no
recuerdo mucho sobre mi acercamiento a la lectura en la escuela, pero sí en
casa, cuando observaba a mi padre leer, después que llegaba del trabajo acostado
en la hamaca del patio. Él siempre ha sido un lector asiduo, así lo podía ver
leyendo el periódico, libros, novelas o las enciclopedias que teníamos en la
casa, considero que fue buen ejemplo, aunque pocas veces nos compartía sus
lecturas; esos momentos eran para sí mismo, tal vez como parte de su momento de
relajación. Mis escritos en esta etapa se reducían a cumplir solo con las
tareas que los profesores nos pedían, recuerdo haber hecho planas de letras,
números, copiar textos de libros, pero en ningún momento recuerdo que los
profesores nos pidieran reflexionar sobre los escritos o que nosotros mismos
elaboráramos nuestros propios textos.
Haciendo memoria, me vino a la mente
uno de mis juegos favoritos: “la escuelita”, que jugaba con mi hermana Valeria,
ella es la menor de los tres; también lo jugaba cuando llegaban mis amigas,
claro, yo siempre pedía ser la maestra. Buscábamos cuadernos viejos y lápices,
o cada quien llevaba sus útiles de casa, como no teníamos un pizarrón,
utilizaba las paredes y en sustitución del gis, las piedras de laja. Recuerdo
que imitaba muchas cosas que mi maestra hacía, como pasar lista a mis alumnas,
escribir en la pared para que copiaran, poner tareas (por lo regular planas de
letras), calificarlas y hasta exámenes. ¡Qué divertido era para mí ese juego! Pero
cuando me tocaba ser alumna, no lo parecía tanto, creo que el gusto por la
docencia lo tenía desde pequeña.
Cuando ingresé a la secundaria, mis
padres decidieron inscribirme en una escuela fuera del lugar donde vivíamos,
nos teníamos que trasladar a Jaltipan, ya que ellos consideraban que la escuela
de ese lugar tenía más prestigio y mejor
nivel educativo. En esta etapa, al parecer, tengo más recuerdos, aunque
no del todo claros. En lo académico siempre mantuve un buen promedio, por lo
general competía con otros compañeros por los primeros lugares; pero era muy
introvertida, casi no me gustaba participar oralmente, tal vez porque siempre
que hablaba las personas me preguntaban: ¿por qué hablas así? y yo no sabía qué
responder, debido a que no me daba cuenta de la deficiencia que tengo en el
timbre de voz.
Durante este tiempo comencé a
elaborar un diario personal, donde podía expresar lo que, tal vez, oralmente no
me atrevía a decir. Al escribir en el diario, como sabía que no tendría otro
lector más que yo, me podía explayar y desahogar contando todo lo que a una
chica de mi edad le ocurría, no sé en qué sentido redactaba, ni tampoco si
tenía una estructura lógica, lo único que me importaba era escribir las cosas
que me sucedían, lo que sentía, lo que hacía con mis amigas, hasta cuando me
ilusioné por primera vez con un chico.
También recuerdo haber escrito
cartas, cartas de amor que por supuesto nunca llegaron a su destino, por que
vivía eternamente enamorada de un futbolista profesional. En la escuela mis
escritos se hacían cada vez más formales y exigentes, podía escribir textos
propios donde explicaba lo que comprendía en la clase o en una pequeña lectura,
hasta este momento no me entusiasmaba la lectura, no recuerdo haber ido a la
biblioteca voluntariamente, solo asistía para buscar información sobre alguna
tarea.
Cuando ingresé a la Escuela Normal,
donde realicé mi preparación como docente, tuve muchas complicaciones con los
productos escritos, porque eran de mayor exigencia y con contenidos más
elevados de nivel, donde tenía que analizar, investigar, argumentar, entre
otras cosas. Y como en la formación previa, la enseñanza al respecto fue casi
nula, cuando me tuve que enfrentar a esta situación fue difícil. Pero con apoyo
de los maestros y otro poco que tuve que hacer de manera autodidácta, logré
obtener buenos resultados. El reto más
grande en esta etapa fue la elaboración del documento recepcional para la
titulación (tesis), la cual elaboré con apoyo de un asesor acompañante que me
guió en la medida de sus posibilidades para organizar mis ideas y la
información obtenida, una vez lista, la tuve que defender por medio del examen
profesional, otro reto aun mayor, ya que aún no superaba del todo el miedo a
hablar en público, pero a pesar de eso pude titularme.
Ahora que me desempeño en dos
funciones a la vez, como docente frente a grupo y directivo, he tenido que
realizar muchos escritos, tales como el diario que utilizamos las educadoras
para llevar el registro de lo que se realiza durante la mañana de trabajo, las
evaluaciones (que en preescolar son cualitativas y describimos los logros y
dificultades de cada uno de nuestros alumnos), las planeaciones y proyectos de
los distintos programas alternos que se desarrollan en la escuela; así como
redactar oficios e informes.
Siempre
he tenido el entusiasmo por aprender y superarme, y este fue uno de los motivos
por los que decidí ingresar a la Maestría en la Educación Básica, y desde que la
inicié me ha requerido mayor tiempo y dedicación, tanto en las lecturas como
los escritos. Es un nivel más avanzado y como tal exige mayor compromiso y
dedicación al elaborar los trabajos.
Anteriormente,
cuando elaboraba mis escritos, recuerdo que los hacia a lápiz y papel, esto me
permitía escribir, borrar y volver a escribir,
hasta considerar que le trabajo me satisfacía, para posteriormente
transcribirlo a una versión final limpia, ya fuera con lapicero o en una máquina
de escribir; porque no contaba con el acceso a la tecnología de ahora, pues
tengo la oportunidad de contar con una la computadora personal a mi alcance. Esto
me ha facilitado mucho el trabajo, ahora para hacer mis textos los hago directamente
en ella, me permite hacer lo que antes hacía: escribir, borrar y volver a
escribir. El acceso a internet ha contribuido mucho en mis escritos, cuando me
surge una duda sobre alguna palabra o tema, es fácil investigarlo en distintas
fuentes o páginas, aunque, es cierto, se corre el riesgo de que haya páginas no
tan confiables y Daniel Cassany lo plantea diciendo que en internet hay mucha
basura textual, aunque es necesario reconocer que es resultado del ejercicio de
la libertad de expresión.
Cursar
la maestría me ha dado bases para la producción de escritos: he analizado los
tipos de textos, también algunas estrategias, por ejemplo en qué consiste el
resumen, el análisis, cuál es la estructura de una frase o de un párrafo, etcétera.
Aunque considero que hay mucho más por aprender y que todos los conocimientos
que adquiera los podré utilizar en mi quehacer docente, también espero que me
sean funcionales para crear mejores producciones escritas y hacer al final de
la maestría el documento para la titulación, espero poder utilizar la escritura
de mejor manera en cualquier ámbito en el que esté inmersa.
Siempre
he tenido presente mis dificultades con la lectura y la escritura, aunque me
gusta leer, muchas veces se me complica comprender los textos y utilizarlos
como fuente para sustentar algún trabajo, no sé cómo vincularlos con mis ideas
y por ende, al querer plasmalos en alguna redacción lo más difícil es organizar
la información para armar el texto. Aunque trato siempre de mantener coherencia
en mis escritos, siempre me es necesario volver a leer, lo que por lo regular
no hago, tal vez porque no tengo esa costumbre, pero si lo hiciera como método podría
entregar mis productos con mejor calidad. Me sucede en la mayoría de las
ocasiones con los textos académicos, que no se ni por dónde empezar, mucho
menos qué escribir; aunque he encontrado mis propias estrategias: necesito
elaborar un listado de los puntos que quiero tratar en el texto, es como una
forma de organizar mi mente y saber hacia dónde se dirige lo que voy a
redactar.
Lo
contrario me sucede cuando escribo cosas personales, cuando comparto mis
vivencias, pues aunque también se requiere de un proceso y un orden, me es más
fácil ordenar las ideas, puedo plasmar lo que me sucedió, por ejemplo esta
autobiografía: que tuvo su complejidad y que cada vez debíamos anexar nuevos
requisitos, pero todo el contenido se hizo a base de recuerdos. Aunque habrán
quedado muchos sin contar y aunque me he
dado cuenta que entre más escarbo en mis pensamientos más se me vienen a
la mente, ha sido una grata experiencia y de mucho aprendizaje.
Mi
experiencia de enseñar a otros a leer, se basa en mi trabajo en preescolar, con
niños de edades entre 3 y 6 años. Recuerdo que cuando ingresé al servicio me
preocupaba mucho que los niños conocieran las letras y aprendieran a
escribirlas correctamente, pensaba que así les sería más fácil leer y escribir,
se me hacía complicado diseñar otro tipo de estrategias por la poca experiencia
que tenía. No sabía cómo hacer para que esta práctica no fuera tan metódica y
dirigida, ya que al final hasta a mí me fastidiaba y aburría, ahora que lo
considero, puede ser por cómo me enseñaron a leer y a escribir, recuerdo que
era a base de copiar una palabra tantas veces que la mano me llegaba a doler.
Actualmente
mi percepción sobre la enseñanza de la lectura y escritura ha sufrido
modificaciones, gracias a la experiencia que he adquirido a lo largo de diez
años de servicio y la preparación constante, ellas me han dado nuevas y
variadas herramientas para enseñar a escribir, aunque considero que nunca se
termina de aprender y será necesario continuar con este descubrimiento, para
poder implementarlo en mi centro de trabajo y recuperar la experiencia
pedagógica valiosa que al respecto se ha construido. Sé que lo más importante
de la enseñanza de la escritura es que los alumnos comprendan la funcionalidad
social que tienen, que con las letras se pueden expresar y pueden seguir
adquiriendo mayores conocimientos. La enseñanza de la lectura y escritura en
preescolar es solo un acercamiento a lo convencional, se dice que en preescolar
no enseñamos al niño a leer y escribir, pero si se le dan las nociones y
herramientas básicas que necesita para que en su educación futura le sea útil y
aprenda estas habilidades con facilidad.
En la Educación Preescolar, se trabaja
el campo de Lenguaje y Comunicación, el cual plantea un enfoque comunicativo y
funcional, donde los docentes llevemos de la mano al educando a la construcción
y acercamiento de las nociones lingüísticas, de una manera vivencial, de manera
que el niño pueda comprender para qué aprender a leer y escribir, en que
ámbitos poderlo utilizar y cómo lograrlo.
Desde mi posición como docente
frente a grupo, he realizado muchas actividades que han sido muy productivas,
donde los niños pueden adquirir aprendizajes significativos, como son la
lectura de cuentos en voz alta por parte mía, de los alumnos o invitados
especiales o la elaboración de escritos, pues aunque muchos no los comprendan,
los pequeños logran plasmar sus ideas e interpretarlas, tal vez no de forma
convencional, pero efectivamente están teniendo experiencias que los llevaran a
la construcción y aprendizaje de la lectura y escritura. Mientras más
oportunidades se le brinden a los alumnos mejor y más rápido aprenderán a leer
y escribir. Pero este rico proceso, también tuve que comprenderlo, tuve que reaprender
cómo se lee y escribe, así como su funcionalidad, quizás era algo implícito en
mis conocimientos y era necesario hacerlo consiente.
CONCLUSIONES
Para
mejorar mis habilidades como escritora, considero que es necesario diseñar un
plan para aplicar estrategias que me permitan avanzar y superar las
dificultades que presento en relación con la lectura y escritura. En cuanto a
la comprensión de textos, me propongo que durante las lecturas que realice,
escriba notas de lo que vaya comprendiendo de los párrafos, ya sea que las
escriba en la misma lectura o en un espacio destinado para ello, así como hacer
relecturas, porque me he dado cuenta que cuando leo nuevamente el mismo texto
puedo visualizar nuevos aspectos y logro comprender mejor, y de tener la
oportunidad, comentar con alguien más lo que comprendo de ésta y compartir cuál
sería la postura de cada quien.
En cuanto a la redacción de textos,
me propongo fundamentar cómo poder elaborar un escrito congruente, así como las
técnicas, paso a paso, de redacción, para ejercitarlas constantemente. Otra
propuesta sería, elaborar borradores y hacer relecturas de mis propios
productos para valorarlos, corregirlos o modificarlos. Todo esto encaminado a
un fin específico a largo plazo, que sería la elaboración de mi tesis al
finalizar la Maestría en Educación Básica, aunque también me sería funcional en
otros ámbitos como mi trabajo docente.
En
cada momento se adquieren aprendizajes, aunque no todos son significativos,
pero al redactar estas líneas, aprendí que soy capaz de elaborar mis escritos y
mejorarlos utilizando la recursividad, que antes no empleaba, escribía y no
estaba acostumbrada a hacer revisiones, tal vez solicitaba a alguien más que lo
hiciera por mí y me hiciera comentario, cuestión que tal vez también es válida,
pero ahora comprendo que cuando lo hago personalmente puedo identificar mis
errores, recordar y anexar nuevas cosas o replantear las que ya plasmé. Fue muy
satisfactorio hacer el recuento de muchas situaciones vividas, así como la
elaboración de este documento, a pesar de que fue hecho para cumplir una tarea,
fue muy emotivo y grato.
*Módulo de la Maestría en Educación Básica que imparte la Universidad Pedagógica Veracruzana
BIBLIOGRAFIA
·
Cassany, Daniel. “La
metáfora digital: cambios, ventajas y riesgos de leer y escribir en la red”. En:
Rodríguez Hernández Blanca Aracely (comp.) Laboratorio de Metodología de la
Educación Básica. Lenguaje y Comunicación (228-238).
·
Brazlavsky, Bertha. “Qué se
entiende por alfabetización”. En: Rodríguez Hernández Blanca Aracely (comp.)
Laboratorio de Metodología de la Educación Básica. Lenguaje y Comunicación
(61-77 pp).
·
Galaburri, María Laura. “Aceptar
la complejidad de los contenidos a enseñar”. En: Rodríguez Hernández Blanca
Aracely (comp.) Laboratorio de Metodología de la Educación Básica. Lenguaje y
Comunicación (3-14 pp).
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