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jueves, 7 de marzo de 2013

Lectura en Veracruz: primaria indígena del Totonacapan


Visita de seguimiento a escuelas focalizadas por la Coordinación Estatal del Programa de Lectura en Veracruz

 

NCT: Niños Héroes
CCT: 30DPB1077L
El Esfuerzo, Papantla.
 
 
 
 
 
 

Laura Citlalli Morales Aparicio

     El Programa Nacional de Lectura, a través de la Estrategia de Asesoría y Acompañamiento a las Escuelas Públicas de Educación Básica, prevé que se dé seguimiento al 10% de las escuelas acompañadas. Es decir, de un universo de 840 escuelas de los tres de niveles de educación básica se visitarán 84 centros escolares en el estado.

Por lo antes expuesto, se realizó una visita a la escuela primaria indígena Niños Héroes, con la participación del represente de la modalidad: Reyes Isven Hernández, Profa. Cristina Olmedo Gutiérrez y Laura C. Morales A., asesor técnico del Programa de Lectura. Las actividades llevaron el curso que revela el siguiente registro personal:

La mañana del 19 de febrero de 2013 viajamos a la comunidad El Esfuerzo. Una vez en la escuela nos presentamos con el director y los dos maestros de grupo, brevemente les explicamos el motivo de la visita e hicimos entrega de un instrumento de encuesta.

Los  profesores se dedicaron al contestar el instrumento “Encuesta de seguimiento a la distribución, uso y funcionamiento de las Bibliotecas Escolares y de Aula”.

Me presenté con los alumnos del grupo de 6° y 5° grado, les expliqué de dónde y para qué iba. Me acerqué a sus mesitas y vi que tenían el libro de lecturas abierto, que por cierto leían a coro cuando llegué. Les pregunté si leían los libros de la Biblioteca de Aula y casualmente todos tenían uno en su mesa; las recorrí todas para ver qué era lo que estaban leyendo, los felicité y les pedí que alguien me compartiera su lectura. Nadie se contagió de mi entusiasmo, todos me miraban y se miraban entre sí con extrañeza, hasta que llegué a la mesa de un pequeño que tenía la biografía de César Chávez, le pregunté si quería compartir con todos su lectura y para mi sorpresa aceptó. Me dijo que “César Chávez era un niño que trabajaba pero su abuelo ya no quería que trabajara porque no pagaban con centavos sino con frijol y maseca”. Esto último llamó mucho mi atención.

Luego de que terminara de hacer su narración, le pedí que me prestara la biografía de César Chávez para presentársela al resto del grupo, lo hice y  utilicé algunas frases de su compañero, les hablé a muy grandes rasgos del líder agrario… luego les pregunté si sabían qué era una biografía y me dijeron que no, les conté que las biografías son historias de vida pero que yo no había leído el libro antes y había adivinado que se trataba de una biografía, les intrigó mucho. Pregunté si sabían cómo lo había logrado, nadie respondió pero tenían mucha curiosidad de saberlo, les confesé que lo supe porque el lomo del libro era café y todos los libros de lomo café tratan de historias de vida o biografías. Les dio mucho gusto saberlo.

Al final de esta actividad ya se habían relajado. Procedí a leer en voz alta un poema que tenía Jéssica, una alumna, en su mesa. Presenté el libro, les leí el título, supimos que la autora e ilustradora eran españolas así que les pedí que localizaran España en el mapa de la pared. Nadie se levantó y yo les mostré dónde estaba Barcelona y dónde Galicia. A pesar de que aún no se animaban a levantarse se estiraban para ver lo que les mostraba. Inicié la lectura, todos estuvieron muy atentos, me seguían con la mirada. Cuando se distraían un poco caminaba hacia ellos; lograba recuperar su atención. Evidentemente disfrutaron que les leyera, percibieron acertadamente que estaba ahí para atenderlos. Terminó la lectura y ya estaban mucho más cómodos.

Mientras leía, el director me interrumpió para invitarme (casi fue una orden) a acompañarlos a desayunar. Confieso que me incomodó que le diera más importancia al café que a la lectura que estaba haciendo a los niños.

Volví a los 5 minutos. Decidí hacerles una lectura de imágenes del libro El último turquito del naturalista Miguel Álvarez del Toro. Los chicos se sorprendieron un poco cuando les dije que no leeríamos las letras, sólo las imágenes. La primera imagen correspondía al final de la  historia y poco a poco se desvelaba el porqué de la misma, gracias a las predicciones de los niños. Les alegraba mucho descubrir detalles en las ilustraciones que les permitirían dar cuenta de lo que las palabras narraban. Se levantaba de sus sillitas y señalaban las ilustraciones con mucha emoción. En las últimas hojas aparecía un charpe o resortera, les pregunté quién tenía una y muchos niños levantaron la mano, luego vino el desenlace de la historia: el turquito murió por un arma como la que ellos tienen. Sus miradas los delataron. Ellos no pueden evitar que se talen o quemen los bosques pero sí que pueden dejar de matar pajaritos. Charlamos un poco al respecto y la actividad terminó con muchas sonrisas.

La siguiente lectura fue del texto: El hombrecillo de papel de Fernando Alonso. Esta actividad fue diferente. Ya que los niños estaban interesados en seguirme y atenderme por voluntad, iniciamos la lectura con la presentación del libro, calculamos la edad del autor, buscamos su país natal en el mapa, algunos niños insistían en buscar España en el mapa de  la República Mexicana y sus compañeros le gritaban que ahí no estaba, al fin lo encontramos. Inicié la lectura y nos topamos con muchos términos desconocidos. Deducimos las diferencias entre una marioneta y un guiñol, los niños sacaron sus diccionarios y con las definiciones hicimos un dibujo en el pizarrón. Conforme avanzaba la lectura aparecían otras palabras que los pequeños buscaban con rapidez. Nos topamos con la palabra almidonado “El hombrecillo salió limpio y almidonado”. Nadie sabía qué significaba eso, así que un chico buscó el significado: “Ataviado con excesiva pulcritud” (¡!) Eso no les decía nada. Escribimos la definición de Almidonado en el pizarrón, dividimos la clase en tres equipos y cada uno buscaba una de las tres palabras que integraban la referida definición. De la búsqueda resultaron otras palabras, y juntos armamos una definición que nos dejara claro qué quiere decir ataviarse con excesiva pulcritud y por ende, saber cómo había salido el hombrecillo de papel. El proceso no fue sencillo pero evidenció el proceso de aprendizaje de esos niños.  La lectura tuvo que quedarse en suspenso con la firme intención de que ellos terminaran de leerlo por su propia cuenta.

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