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viernes, 29 de marzo de 2013

LEER Y ESCRIBIR: ETERNOS ACOMPAÑANTES EN MI VIDA


LEER Y ESCRIBIR: ETERNOS ACOMPAÑANTES EN MI VIDA
Teodora Elena Ortiz Cruz
INTRODUCCIÓN
¿Por qué como adultos nos negamos la oportunidad de enriquecer nuestra habilidad para escribir?, acaso no recordamos que cuando niños agitábamos el puño en el aire como muestra de que queríamos escribir, el escuchar “escriban  lo mejor que puedan” era motivo de esforzarse por hacerlo bien, poco a poco hemos ido perdiendo ese interés, esa emoción por crear nuestros escritos lo mejor que podamos, cuál ha sido la causa?… pensar que escribir es seguir reglas gramaticales, convencionalidades de la escritura para algunos muy difíciles de lograr, situación por la cuál como adultos nos limitamos a escribir sólo lo que por necesidad debemos expresar y/o mostrar.
        Si recordamos cómo incursionamos en el mundo fantástico de la escritura encontraremos verdaderos tesoros sobre cómo fuimos desarrollando esa habilidad tan valiosa, tan irrepetible y a veces muy poco valorada.
       La creación de textos prácticos, vivenciales facilita la expresión de escritos de distinta índole fundamentados en los sentimientos, conductas, problemas, logros, dificultades, experiencias, entre otros, que nos trasporten al interior de otras personas interesadas en leer lo que nosotros producimos, un ejemplo de ello es la creación de nuestra Autobiografía, obra en la cuál el propio autor se encarga de expresar los pormenores de su vida.  
       Justamente una Autobiografía fue un documento que estuvo presente en todo el proceso del Laboratorio de Metodología de Educación Básica. Lenguaje y Comunicación tomando como referencia  la adquisición de la lectura y escritura en mi vida; como estudiante de la MEB me permitió autoanalizar las diferentes formas mediante los cuales fuí desarrollando  la lectura y escritura, con el propósito de reconocerme como usuario de la lengua oral y escrita y reflexione sobre las complejidades en mi aprendizaje.
       El recuperar mi experiencia como usuario de la lectura y escritura facilitó el reconocer y comprender  que con el paso del tiempo se han replanteado los métodos, estrategias, recursos, tiempo, utilizado  para el desarrollo de la habilidad lectora y escritora dentro y fuera del aula y aún así se promueve el desarrollo de éstas competencias comunicativas.
            La experiencia adquirida para aprender a leer y escribir me  provee de elementos para redefinir una propuesta que se acerque a la práctica social del lenguaje oral y escrito aplicable en las nuevas generaciones de alumnos que están a mi cargo en la educación secundaria.
            El presente documento expresa parte de mi vida familiar y escolar, entornos donde se hizo posible el favorecimiento de la lectura y escritura, así mismo se enfatiza la idea que se tenía hace tiempo sobre el aprendizaje de la escritura, cómo se fue adquiriendo desde el ámbito familiar hasta el escolar, los procedimientos usados por los adultos para acercarme a la adquisición de dichas habilidades, cómo se fue practicando la lectura, la posición de hacer escribir a otros, es decir, las que puedo emplear al interior mi aula con mis alumnos, al mismo tiempo se argumentan las propuestas didácticas para implementarse en la enseñanza del Español.
DESARROLLO:    
      El tener la oportunidad de expresar a través de estas líneas una faceta de mi vida es realmente interesante, pone a prueba mi capacidad y habilidad para recordar, indagar y escribir sobre mí, algo que pocas veces me doy la oportunidad de hacer, soy muy sensible y tímida razón por la cuál me resulta complejo externar mis sentimientos a pesar de  que puedo aparentar lo contrario, ¿quieres conocerme?, ven, acompáñame en esta travesía, mi nombre es: Teodora Elena Ortiz Cruz, soy la menor de 8 hermanas, hija del Sr. Efigenio Ortiz Pérez y Teodora Cruz Valencia, familia numerosa con excelentes valores inculcados por nuestros padres quienes a pesar de no ser alfabetizados pudieron orientarnos en la medida de sus posibilidades para formarnos como personas de bien, honestas y responsables en todo ámbito de nuestras vidas, todas mis hermanas cuentan con estudios concluidos algunas de tipo técnico y otras con estudios profesionales.
        Mi infancia estuvo rodeada siempre de personas adultas, situación que me ayudó en mantener comunicación constante y diversa con los demás, mi casa aunque muy pequeña para el número de integrantes de la familia, la recuerdo con múltiples posters, hojas con autógrafos de artistas pegados en las paredes de los cuartos que mis hermanas consideraban bonitos, interesantes y valiosos por la forma en que eran conseguidos, persiguiendo a los artistas a la llegada al hotel que en ese entonces se llamaba: “Suite Hotel Mina” y que se ubicaba cerca de la casa de mis padres, en la Av. Justo Sierra, en la ciudad de Minatitlán de donde soy originaria. Diariamente veía esas imágenes y letras impresas, que me las aprendí de memoria preguntando constantemente a mis hermanas qué era lo que decían y jugaba a “leerlas”, aunque no sabía leer decodificando la escritura. Esta situación se mantuvo por mucho tiempo en mi niñez, puedo afirmar que la relaciono con los conceptos de  disponibilidad, accesibilidad y apropiación
      Es un primer indicador que influyó en el  en el proceso de adquisición de la lectura y escritura, este aprendizaje se inicia en casa mediante la imitación de la acción de “escribir” guiada por lo que hacían mis hermanas cuando elaboraban sus tareas, yo pedía materiales, no anotaba nada en concreto según me dicen, por tanto eso “no era escribir”, porque todavía no iba a la primaria idea que se tiene sobre la adquisición de la escritura.
             La experiencia anteriormente expuesta se fundamenta con la teoría sociocultural, “la cuál privilegia los procesos sociales sobre los individuales” Judith Kalman (2003) , el apropiarnos de prácticas sociales es la consecuencia de accesar a los distintos conocimientos adquiridos en la interacción con lectores y escritores. Es importante reconocer que la mayor parte de nuestras habilidades lectoras y escritoras fueron adquiridas desde antes de incursionar en la escuela, un ejemplo de ello es… De manera formal mis comienzos en la lectura y escritura se dieron en la escuela primaria, porque yo no asistí al Preescolar; aprendí a leer y a escribir a los 6 años y medio, este proceso fue bastante complejo tardé más en adquirir la habilidad para leer, tuve problemas en la escuela porque lloraba mucho, tardé varias semanas en adaptarme al ámbito escolar, me cambiaron de maestra porque a la primera la pateaba y mordía al tratar de escaparme del salón, me separaron de mi amiga y vecina porque también era una llorona y nos juntábamos para escaparnos, obviamente no aprendí al igual que mis compañeros, hablaron con una de mis hermanas mayores, informando mi lentitud para leer y escribir.
     Dicha situación motivó a mi hermana Tina a hacerse cargo de mí, después de llegar de trabajar, me ponía muchos ejercicios y planas de caligrafía (rueda-rueda pelotita; salta-salta chapulín…), repetición de palabras mal escritas, actividades relacionadas con la metodología tradicional bajo  “la creencia de que la ortografía es un fenómeno puramente normativo” (Jorge Vaca, 1983), le debía leer el periódico diariamente por que no lograba juntar las palabras, demoré en lograrlo y pude evitar reprobar año. Mis trazos o grafías se tonaron claras, letras grandes respetando el espacio sobre el renglón, en esa etapa usaba para leer las revistas de mis hermanas, me centraba en los anuncios publicitarios pintados en las paredes o bardas y con ellos practicaba leyendo en voz alta por el camino de mi casa al lugar a donde me dirigía, situación que molestaba a las personas con quienes caminaba, continuamente me pedía que bajara la voz o que me callara.
     Durante el primer grado de primaria me enseñaron la postura “correcta” para escribir, espalda apoyada al respaldo de la silla, mano izquierda sobre la parte superior del cuaderno para evitar que se moviera el material; trabajábamos con el libro mágico, calcaba letras y textos completos; en otros grados de la primaria se fueron modificando las prácticas de la escritura y lectura, se leía en voz alta para el grupo, palabras mal pronunciadas implicaban regaños y corrección inmediata por parte del maestro. Durante les clases acostumbrábamos a enviarnos “recaditos” que decían: “¿saldrás conmigo al recreo?”, ¿jugamos a lo mismo de ayer?”, etc., no recuerdo si los mensajes estaban bien escritos y obviamente eran leídos sin que el maestro lo notara, debíamos enviar respuesta también por escrito, recuerdo que era divertido.  Estas situaciones vividas durante mi educación primaria muy pocas se vincularon con la práctica social del lenguaje oral y escrito, hubieron pocas oportunidades para  practicarlo con personas que las conocen y las usan, en casa y sin saberlo mi hermana al hacerme leer periódicos o revistas empleaba  dicha práctica lo cuál fue muy favorecedora para los logros futuros en el desarrollo de mis habilidades.
              El recapitular esas experiencias permiten hacer un análisis de cómo debe promoverse la lectura y escritura evitando crear una idea compleja y fatigante en las futuras generaciones de aprendices, ahora bien, como profesora de educación secundaria promoveré el uso de la práctica social del lenguaje para guiar a mis alumnos en la resolución de dificultades para leer y escribir, en todo momento buscando atender sus intereses y motivaciones, encauzando el uso de diferentes portadores de textos como material de apoyo promoviendo al mismo tiempo la autocorrección y la retroalimentación de sus escritos o lecturas durante las clases, proporcionar tiempos reales de trabajo para leer y escribir.  El hacer escribir a otros debería ser una de las metas en toda labor formativa, como docente, en la acción de mis alumnos, promover en ellos la práctica real de escritura con temáticas de interés personal.
                  Es pertinente que como docente del proceso educativo se fortalezcan las bases de nuestra habilidad en la escritura debido a que es una acción que realizamos día a día y sólo con la práctica desarrollaremos nuestras capacidades como escritores.
                  La práctica de la escritura no sólo requiere hacerse al interior de las aulas o en horas de trabajo formal sino en cualquier momento de nuestra vida cotidiana porque es ahí donde tendremos más oportunidades de apropiarnos de nuevos modelos o códigos de escritura que faciliten nuestra comunicación con los demás, por tal motivo planteo una forma de ejecutar mi Plan de escritura, que se reduce en:
       Llevar diariamente un registro de observación o bitácora de lo que ocurre en clase, impacto de las actividades propuestas, actitudes que asumen los alumnos ante las diversas actividades, habilidades expresadas por mí como decente del grupo, la pertinencia de los materiales empleados para el logro de los aprendizajes esperados, los tiempos destinados para cada actividad, los imprevistos surgidos, entre otras situaciones. Aplicarlo al grupo para que vayan a la par conmigo practicando su escritura.
        Leer en voz alta los escritos realizados para corregir algunos detalles de imprecisión respecto a la coherencia  de las ideas mencionadas (Revisiones colectivas en clase). Como estudiante de la MEB usar referentes teóricos en mis escritos, citando ideas expresadas por los autores de los libros o textos de donde se extrae información, procurar compartirlos con otros compañeros para retroalimentar el o los textos realizados.
       Incursionar con más asiduidad  al mundo de la RED para enriquecerme de los diferentes modos de expresar ideas por escrito, crear códigos, familiarizarme con nuevas vías de acceso a la información que leyéndolas puedo retomar para fortalecer la manera en como redacto mis escritos;  para comprender la forma en que en la actualidad se expresan los adolescentes que al fin y al cabo es con quienes convivo diariamente encontrando el por qué de su forma de expresarse por escrito; la red promueve el reforzamiento de conocimientos cuando contactamos diversas páginas del internet donde distintos autores expresan sus propuestas pedagógicas o argumentan información general, es decir, podemos aprovechar los recursos tecnológicos para leer y escribir que nos ofrece. (Cassany, Daniel. 2011). Asumir una actitud reflexiva de la lengua escrita,  crear nuevos procedimientos para abreviar, útiles en mi práctica diaria, evidenciándolos en productos como recados, cartas, anuncios que pueda compartir con los compañeros de mi clase y con mis alumnos, es decir, escribir en todo momento.
      Este Plan se caracteriza por ser de tipo Narrativo y Descriptivo por que en él se plantean acciones que requieren delimitar en forma clara y pertinente la acción escritora que estaré desempeñando, por ejemplo al redactar la Bitácora.
 CONCLUSIONES:
          El proceso de elaboración de la Autobiografía fue complejo en un inicio, debido a que, por las cualidades y características de mi persona, son pocas las oportunidades que me doy para explicar situaciones de mi vida, reconozco que es difícil exponer mis sentimientos los cuales, de una u otra forma se intercalan en la narración de mi experiencia de vida en la adquisición de la lectura y escritura; se creo partiendo de ideas aisladas, de recuerdos, conocimientos previos, sobre la manera como fui adquiriendo la habilidad para leer y escribir, en un primer momento, en la revisión y observaciones que  hicieron al documento expresaron la falta de un título que representara el contenido, pocos datos que enunciara el ámbito sentimental en el escrito, muy generalizada la redacción, con pocos aportes de mi infancia y la manera en como desarrollé mi aprendizaje con la familia y en la escuela, me limité a responder a preguntas guía propuesta para la redacción.
          Con el paso de las semanas requerí hacer indagaciones en casa sobre cómo se manifestó la adquisición de la lectura y escritura, aprendí en este actuar a argumentar los hechos ocurridos, ser explícita e incorporar en la redacción una forma de narrar que hiciera evidente lo significativo que había sido mi aprendizaje y la intervención de familiares cercanos y maestros en la adquisición de la lengua oral y escrita.
         Cuando incursionamos en el ámbito educativo, nos apegamos a los niveles de exigencia de los planes y programas y a las necesidades sociales para transmitir u orientar la enseñanza a nuestros alumnos, en mi formación profesional nos encausaron a generar una enseñanza formal, guiada por las normas que regulan el uso de la lengua oral y escrita, es decir  una forma tradicional preocupada por resolver problemas gramaticales en la escritura, partiendo de conceptos, nociones sintácticas, semánticas y léxicas, preocupados por corregir la escritura en el alumno y fortalecer la habilidad lectora mediante la repetición continua de la o las palabras mal pronunciadas;  ahora sé que la enseñanza de la lengua o Español se modifica pensando en una estrategia metodológica centrada en el uso social del lenguaje, el aprender mediante la práctica, trabajando con temáticas de interés, aplicables en el ámbito social donde el adulto oriente a través de su ejemplo las prácticas cotidianas del lenguaje; crear en la institución espacios alfabetizadores, tanto en la biblioteca del centro como en la del aula previendo “la existencia de textos como libros, revistas, periódicos, folletos, documentos de toda índole  y personas que los usan (usuarios), es decir maestros, hacer de la escuela un espacio que impulse la lectura y la escritura como tarea y responsabilidad de todos” Nemirovsky ( 2009) , como idea o iniciativa que motive a los alumnos y maestros a leer y a escribir día a día en la escuela.
          Por tanto mi perspectiva para el desarrollo de la lectura y escritura se identifica con el argumento de Bertha Brazlavsky (2003) quien afirma que es un “proceso cambiante en la evolución cultural e histórica que se co construye socialmente en la evolución individual del ser humano”, porque ni el factor individual, ni los culturales se activan independientemente, sino que se interrelacionan para manifestarse como un solo proceso de adquisición de la expresión oral y escrita. He ahí la función tan relevante que como adulto alfabetizado tenemos por cumplir en la orientación pertinente de las futuras generaciones de hablantes y escritores activos.

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