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viernes, 4 de noviembre de 2011

Literatura juvenil y la lectura de los clásicos

Literatura juvenil y la lectura de los clásicos


Elizabeth Álvarez José

Durante mucho tiempo algunos maestros y promotores de lectura han notado la carencia de la literatura clásica en las lecturas casi kilométricas de nuestros jóvenes (sagas como Harry Potter pueden demostrarnos que el factor que aleja a los chicos de la lectura de los clásicos no es la cantidad) ¿en qué radica el gusto lector juvenil? ¿La lectura juvenil no se encuentra al mismo nivel de autores considerados clásicos? Pero ¿Quiénes son los clásicos?

Partamos de esta última interrogante; seguramente si hacemos una prueba y le preguntamos a lectores y maestros acerca de los clásicos surgirá una lista como ésta: Homero, Miguel de Cervantes, William Shakespeare, Oscar Wilde, Dante Alighieri, Balzac, Goethe, de todos ellos se sabe que, aparte de su calidad, son autores de obras históricamente validadas que han logrado su permanencia en el tiempo.

Desafortunadamente el canon en ocasiones se aleja de lo cotidiano, de lo que se vive y se respira, con esto no me estoy refiriendo a la calidad del texto, sino a la etiqueta CLÁSICO, que parece remitirnos en todo y por todo a la norma culta, casi siempre compartida por unos cuantos estudiosos. Este panorama, que muchos podemos ver como surgido del cliché es uno de los factores que hace que los jóvenes no se acerquen a su lectura.

El segundo factor más importante, a mi parecer, es la falta de costumbre lectora, aclaro que me refiero a la cultura de leer libros (si observamos la niñez y la juventud actual son las etapas que conforman la época lectora de mayor intensidad, cabe recordar que con la cultura digital se han modificado sus formas de relacionarse con la lectura).

En un panorama como el que he descrito, ¿de qué manera puede afrontarse el acercamiento a la lectura para jóvenes? Realizaré algunas anotaciones.

 Nada fomenta más la lectura como el ejemplo. Lo anterior que puede parecer una obviedad debe ser el primer paso para los maestros, bibliotecarios, promotores de lectura y formadores de lectores.

 Lo importante de todo acercamiento lector radica en el conocimiento del acervo y el conocimiento del público al que se va a enfocar esta labor.

 Clarificar los objetivos de cada institución respecto a las actividades en torno al libro y la lectura (animación a la lectura, promoción a la lectura o formación de lectores) Estos conceptos cuyos límites para algunos pueden no verse con claridad son las aristas de toda propuesta lectora.

Animación a la lectura: Consiste en mostrar que existen libros, bibliotecas, lectores, que la lectura puede ser una actividad interesante, que mejora tus niveles de comprensión, aumenta tus conocimientos y puede convertirse en una actividad trascendental. Pero sus alcances llegan hasta ahí, nos muestra el escaparate y en varias ocasiones logra atrapar nuestra atención, pero no se trata de un esfuerzo continuo. Abre la puerta y señala el camino, seguramente algunos aventureros lo recorrerán.

Promoción de la lectura: Se enfoca en establecer lazos entre los libros y los lectores, en ocasiones puede ser menos “visual” que la animación, pues le interesa lo que concierne al “yo lector” y su experiencia con los libros. Se aleja de los reflectores para hacer un trabajo más cercano; así entendemos que existen libros para cada tipo de lectores y lectores para diferentes libros, por lo tanto no todos los lectores son para todos los libros, ni todos los libros para todo lector. No mediatiza la relación con etiquetas como: “el más vendido”, “los clásicos”, “el boom de la literatura juvenil”, pero apuesta por la libertad, por la acción dinámica del lector que lo mismo puede leer comic, novelas, cuentos, poesía, manga o anime, clásicos o contemporáneos, literatura de verano o para todas las estaciones.

La libertad y el diálogo son los factores que recorren la relación promotor de lectura y lector, porque se trata de una relación de pares en la que se reconocen como partidarios de ese mundo de papel y tinta. Se recomiendan autores como presentar amigos y se prestan obras para intercambiar palabras. El promotor de lectura recorre el camino que la animación de lectura solo bosquejó.

Formación de lectores: El tercer escalón, el más alto, el que todo mundo quisiera alcanzar pero poco logran. Quizá el más difícil de todos, lograr que los niños, jóvenes y adultos se asuman como lectores. No solo se trata de un cambio de estado dentro de la cultura de lectura, implica obligaciones.

Muchos llegamos a este punto acompañados de la mano de algún docente, promotor o familiar, otros nos hemos vuelto lectores a fuerza del ensayo y el error, algunos son lectores en contra de todo vaticinio y pese a las instituciones.

Afortunadamente en los últimos años se está tomando en cuenta la importancia de formar lectores o, usuarios de la cultura escrita, (en lo particular prefiero este concepto pues me permite englobar no solo una actitud lectora, sino desmitificar las ideas que reducen la lectura solo al libro)

El usuario de la cultura escrita se asume como lector, como autor y creador de discurso, es capaz de escuchar y de expresar sus ideas a través de la palabra; podemos decir que nos encontramos de frente a la palabra viva, la que todos los docentes, promotores y formadores preferimos.

Al igual que el promotor de lectura, el formador recorre el camino lector, hasta que llega a un punto en el que debe separarse pues su objetivo se ha logrado, seguramente devendrán muchas charlas y reflexiones acerca de la lectura y los libros, ese es el “plus” que se obtiene al formar lectores, encontrar posibilidades para el diálogo.

Regresando a mis cuestionamientos iniciales respecto a la dicotomía literatura juvenil-literatura clásica, y aclarando que me formé dentro del canon literario, diré que tal separación existente en la crítica y en la academia no existe en el mundo real del lector.

Cuando uno lee busca experiencias, como lectora prefiero libros que me mueven o me conmueven, en ocasiones las dos cosas, la literatura infantil y juvenil, que muchas veces no se estudia de una manera formal, me ha ofrecido textos así, puedo citar libros como Ricardo de Helme Heine (que aborda la importancia del conocimiento personal y la importancia de aprender al lado de los demás), o el cuento Mil grullas de Elsa Bornneman (Donde una simple historia de niños nos enfrenta cara a cara con los horrores de la guerra), la novela Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar de Luis Sepúlveda (En donde el honor, la libertad y la solidaridad permean las acciones que transcurren en cada una de sus páginas)

Acaso los clásicos no hablaban de lo mismo: vida, muerte, odio, amor, guerra, libertad, honor, sueños, capacidad de transformar el mundo. El germen en estas dos vertientes literarias es el mismo, podemos mantener las etiquetas y llevar a nuestros lectores a etiquetar a su vez, pero no nos quejemos si después comienzan a etiquetar el mundo. La lectura es un camino que se puede ofrecer con libertad o con lineamientos y está en cada docente, promotor o formador de lectores la elección del pasaje a recorrer; podemos mostrarle a nuestros niños y jóvenes que es fácil apropiarse de la lectura conformando con ella horizontes cada vez más amplios o descubrirles el Jardín del edén con un letrero que diga “Cuidado con el césped”.

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