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viernes, 22 de enero de 2021

El cultivo del amor

 El cultivo del amor

Lidia Guadalupe Ruiz Miranda

 


En una gran empresa de productos agrícolas –principalmente de verduras–, en el interior de uno de los contenedores, dos semillas se amaban intensamente, crecieron juntas dentro de un frondoso jitomate, ahí nació su amor, se aferraban una a la otra. Tenían mucho miedo y estaban desconcertadas porque no sabían qué sucedía. El ruido


por las grandes maquinarias era algo nuevo para estas semillitas. 

La planta de ese jitomate era la más grande y bonita, fue cultivada por un campesino de edad avanzada, el día en que la sembró, él lloraba recordando a su amada esposa. Fueron muy felices compartiendo la vida durante más de 55 años, habían pasado tan solo dos meses desde que ella murió. Las lágrimas del campesino fueron las que transmitieron y alimentaron el sentimiento puro y honesto, gracias a este gran amor, los plantíos de jitomates crecían llenos de grandes frutos.

Cuando llego el día de la cosecha, las semillas sintieron el movimiento, la angustia se apoderó de ellas no sabían qué iba a suceder, solo sentían que las agitaban como sonajas, ya que los jitomates fueron cortados y trasladados a la fábrica.

A los pocos minutos ya no hubo más sonidos, en la oscuridad, llenas de miedo e incertidumbre las semillas se buscaban. Un hombre tomó el paquete en el que quedaron, como las semillas hacían mucho movimiento, este supuso que algún insecto estaba adentro, lo abrió y no encontró nada, entonces lo volvió a sellar. El jitomate con aquellas semillas enamoradas fue guardado, ya que en esta fábrica para que no se desperdiciara nada, las frutas o verduras que estuvieran defectuosas las conservaban para que en el tiempo de cosecha fuera utilizado.

Las semillas lograron estar juntas, así pasaron algunos meses, abrazadas en total silencio y obscuridad. Durante ese tiempo tranquilo y de silencio las semillitas aprovechaban el tiempo para estar en unión.

Hasta que fuertes movimientos las despertaron de su largo tiempo de tranquilidad, era temporada para la siembra, unas manos abrieron el paquete con jitomates maltratados el aire entró renovando su energía, al salir contemplaron cómo la tierra les daba la bienvenida, eran muchas hectáreas de tierra labrada, húmeda y bañada por los rayos del sol.

“Llegamos a nuestra casa” dijeron y celebraron alegres.

Entonces, un campesino separo cada semilla de los jitomates maltratados para enterrarlas y así poder obtener varias plantas, desafortunadamente las semillas enamoradas quedaron sembradas a un metro de distancia.

La angustia se apoderó de nuevo de ellas, pero seguramente harían lo posible para volverse a ver y estar juntas. Paso el tiempo y las pequeñas semillas se empezaban a transformar en plantas gracias al sol y a la humedad en la tierra ayudo a que las raíces de estas se unieran, entonces hicieron crecer sus ramas, las extendieron intentando abrazarse, por fin lo lograron, sus ramas se enredaron fuertemente, desde la raíz su amor las hizo florecer, desde ese momento los frutos que estas plantas concedían nos brindaban algo especial, al ser consumidos.



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