Escribir entre docentes
Impulsados por la Fundación SM y con el despliegue operativo del Centro Educativo Narciso Bassols, en Escribir como Lectores tenemos una capacitación inicial cada año, para preparar la intervención en las escuelas de educación básica de diferentes docentes mediadores de lectura.
Además de los diferentes talleres de formación, brindamos acompañamiento a los docentes de las escuelas en diferentes partes del país. En el programa, como promotores de la lectura y escritura se nos propone escribir a los docentes, de manera creativa, en diferentes momentos y tipologías textuales para vivenciar formas de trabajo en el aula, lo que propondremos hacer a los alumnos. De manera un poco apresurada y como parte del proceso, va una pequeñísima muestra de los ejercicios de escritura.
El trabajo en las Secundarias Comunitarias de Oaxaca
Gudelia Sánchez Martínez*
Estudiantes:
…_Buenos días abuelita, venimos a escuchar sus sabias palabras, queremos que con el sonido de su voz nos haga viajar al pasado, que a través de usted nuestros antepasados vuelvan a la vida. También queremos como estudiantes mencionar que estamos muy agradecidos por esa gran herencia de saberes que nos dejaron nuestros abuelos, porque sabemos que ellos se jugaron la vida para dejarnos esas enseñanzas de las plantas medicinales o de las plantas comestibles, nos dejaron montañas coloridas y llenas de música, una madre Tierra con abundantes riquezas, fuentes de agua con mucha vida… queremos que usted nos comparta ese gran tesoro de conocimiento para que siga viviendo en nosotros y algún día, cuando llegue el momento nosotros lo podamos compartir a otras generaciones.
Portadores de conocimiento:
….Ho!!! cuánto han crecido mis lindos venaditos, pequeñas aves que ya quieren cantar, siento mucho decepcionarlos, no puedo hablar. Mi boca ha sido sellada, cuántas cosas quisiera decir, pero, no puedo faltar el respeto a un juramento que he hecho, que me perdone nuestra madre naturaleza, me siento confundido, una gran revolución de ideas tengo en mi cabeza. Mejor váyanse, no me hagan caer en la tentación, lo siento, he entregado mi palabra en no volver a tocar ese tema, es más fuerte mi nueva religión, en ella me han dicho: -Si quieres salvar tu alma, si quieres vivir en un paraíso eternamente, ¡olvida tu pasado! No lo divulgues más, ¡olvida esas prácticas del demonio! Esas tradiciones, costumbres y rituales son cosas de hechicería, ¡¡¡no te condenes!!!
MI DIARIO
Julia Alicia Tejeda Ronzón**
17 de septiembre de 2010
Hoy visité el museo de Antropología con la maestra Anita
Un camión amarillo afuera de la escuela, ¡es ése!, la hora llegó, –pensé.
Enlisté mi lonchera, colgándola cruzada en mi cabeza, recuerdo la rica torta que mi mamá me preparó, y la gelatina de uva que me puso en mi vaso.
La Maestra Anita nos pidió que saliéramos formados, en hileras, una de niños y otra de niñas; al subir al camión, me senté en la segunda banca junto a la ventana; el viaje comenzó, todos gritaban y hablaban, otras niñas se iban riendo, no fue largo el paseo, unas cuantas calles anduvimos y llegamos. Una gran explanada con una fuente en la entrada llamó mi atención, un edificio con ventanas muy grandes, eran las paredes del museo, a lo lejos vi un área verde enorme, de seguro ahí íbamos a jugar todos.
La maestra nos pidió silencio y orden mientras entrabamos caminando, miré alrededor con mucha atención; hay muchas figuras extrañas, piedras grandes, un olor a limpio y pisos relucientes, vitrinas rechinantes, paredes decoradas con objetos que se ven muy viejos.
Una señorita se acercó a nosotros, se presentó mencionando que la llamemos Mini, ella nos acompañó en el recorrido, dijo que algo nuevo aprenderíamos, haciendo un viaje a través del tiempo, no sé bien a que se refería en ese momento, pero al final, ¡sí que me sorprendí!
Mientras caminábamos sentí curiosidad por todos los objetos y cosas oxidadas que vieron mis ojos; quería agarrar todas las cosas que hay y ponerme a jugar, pero que lástima, todos tenían un letrero en letras rojas que decía “NO TOCAR”
Después de 30 minutos de recorrido mis pies comenzaron a dolerme, al inicio lo que era emoción se fue convirtiendo en aburrimiento; Mini habló demasiado, me quedé confundido entre tanta cultura, figurillas, guerras, cabezas, templos y sacrificios, ¡sangre!, ¡sangre!, ¡sangre!; sólo quiero mi torta y descansar un poco.
De momento la maestra nos dijo que tomaríamos un receso; salimos al área verde y me acomodé bajo la sombra del árbol chaparro con hojas grandes, saqué mi torta y me dejé llevar por el brillo verde del pasto, pláticas se escuchaban muy tenues, y poco a poco sentí paz al estar en ese lugar.
Inesperadamente, en un solo pestañeo ya estaba en el baño, lavando mis manos, mirándome al espejo, y acomodando mi cabello que se veía despeinado, salí a un pasillo queriendo encontrar a mis compañeros, maestra y a Mini, no había ningún ruido alrededor; seguí caminando pensando estarían en otra sala; pero, no hubo seña alguna.
Pensé estaban adentro de ese cuarto, pues salía una luz resplandeciente por debajo, pero, ¡qué raro! la puerta dice SÓLO PERSONAL AUTORIZADO, aunque pensé, que al ir con Mini tendríamos entrada libre a cualquier lugar; empujé la puerta y quedé cegado ante el brillo intenso que salía de una vitrina ligeramente abierta; ¿qué era eso?, ¿qué había ahí? Mis manos temblaron al querer tocar, era un tipo de libro, sus hojas se veían color dorado, y brillaba mucho, perdí el interés de encontrarme con mi grupo, en ese momento sólo quería saber que era ese tan antiguo objeto.
No me pude resistir, tenía que tocarlo; hice una cuenta regresiva, 5, 4, 3, 2, 1, mi dedo índice apuntando hacia la portada, respire profundo y mis ojos entrecerrados, lo alcancé; al mismo tiempo de tocarlo la luz brillosa desapareció, comenzó a sentirse un temblor, el piso no me permitió mantenerme quieto, una puerta escondida en el piso se abrió de par en par, una rampa metálica y fría me hizo desvanecer rápidamente hacia abajo, el aire hacía que mi cabello se desacomodará, no tenía de donde tomarme y detenerme.
No vi absolutamente nada, todo estaba oscuro, ¿qué hice?, ¿a dónde iba? En pocos metros comencé a ver una luz, y en cuanto más me acercaba, la luz se hacía más grande, iba a caer; no sabía si dolería, pero estaba próximo el golpe; caí entre hojas abultadas, ramas delgadas que amortiguaron la caída; apenas me levanté y sacudí mi ropa; cuando escuché de entre la vegetación que algo se acercaba a gran velocidad.
Un hombre se acercó corriendo hacia mí, algo entre las manos traía cargando, me vio y me dijo con voz apresurada y poco oxígeno, ¡al fin!, aquí estás, tómalo y escóndete pues vienen atrás de nosotros, me dio una caja de oro, estaba muy confundido…
¿Héroe?
Laura Rodríguez Alba***
Entre pisos lodosos y húmedos ha logrado avanzar y adentrarse a lo más recóndito de la selva pero al escuchar unas voces a lo lejos se llena de miedo e incertidumbre porque sus fuerzas cada vez son menos y sus heridas continúan sangrando sin embargo no pierde de vista su cometido y decide escarbar un profundo agujero en la tierra para ocultar la riqueza que lleva entre sus manos y así protegerla de los intrusos.
Cuando las voces de escuchan más cerca el joven sale de entre los árboles y con una voz tenue les pide un poco de agua, tenía sangre por todo el cuerpo y no podía mantenerse de pie; al verlo deciden ayudarlo, pero el joven se desvanece y ya nada se puede hacer.
EL SUEÑO
Ildefonso Bautista Bautista****
Cuando era pequeño, me gustaba correr entre las plantas; de naranjo, ciruela, jobo y mango que se encontraban alrededor de mi casa (una cabaña construida por mi padre con madera de caoba, encino y cuyo techo estaba cubierto con palmas), no recuerdo cuantas veces realice esta actividad, pero lo que viene a mi mente, el sueño que tuve un verano del año mil novecientos setenta, tenia 9 años de edad, dormía en una hamaca colgada entre dos arboles uno de almendras y otro de chalahuite cuya sombra mantenía fresco el lugar.
Ese sueño consistía en cuidar un tesoro de mis antepasados, fue así como para conservarlo tuve que esconderlo en un morral colgado a mi hombro y salir corriendo entre la maleza y el pasto que encontraba en el camino, corrí tanto que olvidé por completo una zanja que se encontraba antes de llegar al rio, lugar donde caí, creo sentí tan duro el golpe que desperté en ese preciso momento.
**** Docente de telesecundaria en la comunidad de Ejido San José, Tlacolulan, Veracruz.
Entre la milpa
Erika Herrera Díaz*****
Va de prisa, corre entre la milpa, cae en charcos con fuertes pisadas, se escucha lo agitado del corazón, el estridor de su respiración pareciera que en cualquier momento parara. Algo en la espalda, no parece ser tan pesado para el gesto que lleva, la cara está desencajada, ojos grandes saltados, qué preocupación refleja. ¿Qué le preocupa? Un bulto en la espalda. Sólo era un entregó. Se ve perdido, perdido en el campo que desde niño recorrió, donde vio caer amigos y enemigos, confundido entre lodo aparece frente a unas personas arrodillándose beso el suelo lodoso a la par de agarrar firmemente el taparrabos, dejando asomar un pequeño rectángulo negro, en sus manos tenía el puente al futuro, una memoria con el pasado guardado.
*****Docente de telesecundaria en la comunidad de Santa Cruz Tepozoteco, Altotonga, Veracruz.
Carta 1
Xalapa, Ver., a 20 de julio de 2021Querida Ivonne:
Que injusta ha sido tu mamá. Mira que castigarte mandándote a la cama sin cenar, sabiendo lo mucho que disfrutas la comida. Es realmente para molestarse y más porque no dejó que le explicaras que había sido el gato quien tiró el tendedero con su ropa limpia. Sin tener pruebas suficientes te ha castigado. Gusto te va a dar cuando se entere que fue el gato y no tú. Entonces le va a entrar un remordimiento enorme y seguro te ofrecerá una disculpa. El coraje que sientes ahora no es bueno, solo te hace daño a ti, pues tu mamá ya desquitó su coraje, así que tranquilízate, piensa que tu mamá se sintió enojada al ver la ropa en el piso, con tanto trabajo que la lavó. Estaba cansa y estresada por el quehacer y mira que volver a enjuagar la ropa no es nada agradable, por eso se desquitó contigo. Sé que es difícil, pero compréndela, al fin y al cabo, la quieres mucho y todos cometemos injusticias, a veces sin querer, tal ves por desconocimiento. Recuerda que puedes escribir una carta para sacar lo que sientes y luego rómperla. En la vida debemos tener maneras de enfrentar las adversidades, mientras las cosas mejoran. ¡Eres una buena chica, así que adelante y ánimo!
Atentamente
Yolanda Corina Cuevas Garrido
Carta 2
Carta a Ivón
Perote, Ver., 20 julio 2021
Hola querida Ivón:
Te saludo y deseo que tu estado de ánimo mejore, eres una persona única y te sentiste lastimada con el injusto castigo que te dio tu mamá, sin embargo, muchos pasamos por esa situación, sé que tu malestar te lleva a pensar en situaciones donde quieres dar a entender a tu mamá que debe valorarte, que te tome en cuenta, que te escuche, que tome en cuenta tus opiniones, que antes de dar, decir o hacer algo se dé un respiro para ejecutar.
Cálmate, respira profundo, analiza la situación, busca el momento adecuado para hablar con tu mamá, ella te ama y entenderá y tú sabrás cuanto te ama. Platica con ella, explícale como te sentiste, si ella nunca se ha sentido mal por algo que le hicieron de manera injusta, que se ponga en tu lugar, también tu ponte en el lugar de ella, que sintió cuando de pronto la ropa que lavo con tanto esfuerzo, estaba tirada, sucia, revolcada, generando un esfuerzo aun mayor para dejarla nuevamente limpia.
Siempre es importante guardar la calma, frenar las emociones que nos pueden dañar o dañar a los demás, hay que ser empáticos, pero sobre todo es buscar el momento adecuado, guardar distancia, dar espacio para que se alejen las emociones negativas.
Solo me resta desearte que estés bien y pienses bien en lo que decidas hacer porque somos responsables de nuestras decisiones y esas decisiones nos generan consecuencias, en tu caso que las consecuencias te lleven a llevarte mejor con tu mamá.
Hasta pronto, te deseo lo mejor.
María Cristina Hernández Gutierrez
Carta 3
Xalapa, Ver., a 20 de julio de 2021.
Querida Ivon:
Me he enterado de la situación por la que pasaste, de tus sentimientos actuales.
Sólo quiero decirte que no te dejes llevar por el rencor que sientes hacia tu madre y vayas actuar impulsivamente.
Trata de comprenderla, perdonarla (a tu mamá), a lo mejor estaba enojada por alguna otra situación; tal vez el tendedero caído y la ropa sucia fueron la gota que derramó el vaso. Las personas no somos perfectas, muchas veces cometemos errores.
Cálmate, busca el momento en que ella esté más tranquila, cuéntale tu versión de los hechos y hazle saber tu sentir.
Sé optimista, piensa que te va a escuchar, te va a entender y quizás hasta te ofrezca una disculpa.
A T E N TA M E N T E
Tu amigo Héctor Eduardo Cano Herrera
Carrizal
Yolanda Corina Cuevas Garrido
El agua azulada que brota de mis entrañas es dulce caricia que alegra el espíritu y aleja los males. Junto a mí yace un río que, presuroso, fresco y cristalino corre y se une a mí en un dulce idilio y juntos hacemos de tu estancia una experiencia memorable. Con sol o con lluvia el calor azufrado que te brindo excitará tus sentidos al sumergirte. Los árboles, mariposas y luciérnagas que con sus destellos iluminan la noche, hacen que siempre quieras volver.
Desde lo alto
María Cristina Hernández Gutierrez
Cada vez son menos las aves y animales que me acompañan, en su lugar logro ver como se
levantan las viviendas que van cercando y asfixiando mi corazón. Quiero vivir plenamente, pero mi muerte es como una enfermedad que poco a poco me lleva y acaba con todo…
Colofón
Artemio Ríos Rivera
En una casa de los Bosques del Recuerdo, vive la abuelastra de una Caperuza más comunista que anarquista. La Caperuza, ataviada de rojo hasta las tangas, deambula por el circuito de circunvalación de la ciudad. Ahí vagabundea, trabaja, crece.
En pasadas fechas la anciana fue víctima de un coyote que vendía colchas y negligés en abonos, en cómodas facilidades, le dijo el malvado cánido. Como buen coyote prácticamente se tragó a la abuela de la Caperuza a fuerza de mordiscos semanales. Además de todos los ahorros de la octogenaria mujer, el muy feroz pidió en prenda algunos servicios de la Caperuza. El asunto no se concretó.
Por fortuna un cazador de talentos que andaba merodeando por la zona de trabajo de Caperuza, en la ocasión de pagar abonos, decidió acompañarla a casa de la abuela para que la anciana firmara, como testigo, en un contrato de trabajo para la afortunada chica. Se trataba de promover lectura en sesiones de una biblioteca donde se ofertaban talleres de pole dance, danza regional y perreo.
En el momento que la pareja arribaba a la vivienda, el coyote acababa de deglutirse el chochinito de la abuela, ahí guardaba sus escasos ahorros la santa señora.
Si no hubiera sido por el abuelo Chema, vecino de la abuelastra y su respetable cortejador, Coyote y Promotor, que ya intercambiaban miradas cómplices, habrían acabado con ambas féminas. Pero, la presencia providencial y pasiva del senil avergonzó a ambos gañanes al reconocer en el anciano, que se desplazaba en silla de ruedas, como el padre de ambos personajes siniestros. No se sabían hermanos, no se conocían por ser progenie de distintas madres. En realidad don Chema no alcanzó ni a distinguirlos.
Los guarros tampoco se enteraron de su emparejamiento con la Caperuza ya que ambos, abochornados por la repugnante presencia, huyeron pudorosos a pesar de su consabido descaro.
Cada uno por su lado lamentó su mala suerte: Caperuza perdió su oportunidad de un trabajo casi intelectual; la abuelastra sintió frustrada su ninfomanía y se negaba a conformarse con el Pedro Páramo del barrio; el Coyote pensó que la Caperuza guardaba un rico cochinito que él podría haber esquilmado; al cazador de talentos se le fue de entre las manos la única chica que había creído en él.
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