De relatorías, fábulas y otras historias*
Pedro Luis del Ángel Rodríguez
El sábado 12
de noviembre comenzamos el Taller de Escritura de Textos Literarios a las 9:00
am, en un aula de la Escuela Normal de Guanajuato. Yo llegué un poco tarde y
cuando entré Artemio estaba leyendo un texto de Rosario Castellanos. Al
terminar la lectura nos indicó que había comenzado leyendo ese texto para dar
tiempo a que todos llegáramos al taller y no nos perdiéramos ninguna
explicación.
Alrededor de
las 9:20, cuando parecía que ya todos los que íbamos a llegar habíamos
efectivamente llegado, Artemio recapituló lo que se había hecho en la sesión
anterior y mientras él hacía esta recapitulación Sandra nos pasó el material
del taller así como dos libros: Rudeza innecesario y otros cuentos adolescentes
(de Artemio) y Flor de Varia escritura (compilado por Sandra y Artemio), el
cual es una antología de escritos realizados por los estudiantes de la
Telesecundaria de Mesa de la Yerba durante el trabajo de Asesoría Técnico Pedagógica
que Artemio y Sandra realizaron en dicha escuela.
Artemio nos
explicó que uno de los ejercicios que ellos han hecho con los estudiantes de la
telesecundaria para inducir la escritura es, precisamente, la redacción de la
relatoría de las actividades llevadas al cabo en las sesiones previas y
procedió a mostrarnos la relatoría realizada por una de nuestras compañeras
sobre la sesión del sábado 29 de octubre.
Sandra
proyectó la mencionada relatoría para que todos pudiéramos leerla mientras la
compañera la leía en voz alta. Una vez que ella concluyó la lectura procedimos
a analizar el texto, poniendo particular interés en posibles mejoras a la
ortografía y/o a la redacción de la misma, siempre tratando de respetar el
estilo de nuestra compañera. En un par de ocasiones ella tuvo que aclarar cuál
era el sentido de sus palabras, lo que nos permitió encontrar una redacción
alternativa que explicara mejor aquello que ella deseaba expresar.
Al finalizar
este ejercicio, alrededor de las 11 de la mañana, tomamos un pequeño descanso y
un refrigerio, lo que nos permitió charlar de manera más informal, tanto entre
nosotros como con Artemio y Sandra, acerca de los propósitos del Taller, de
nuestros intereses personales, etc.
Una vez
concluido el refrigerio, aproximadamente a las 11:30, regresamos al salón y
Artemio nos explicó la siguiente actividad, que consistió en que cada uno de
nosotros leyera para si mismo dos fábulas de Monterroso y, posteriormente,
escoger una de ellas para leerla en voz alta ante el grupo y decir cual era, a
nuestro parecer, la moraleja de la fábula elegida. Mientras realizábamos esta
actividad Sandra nos repartió unos pequeños animalitos de plástico, cosa que
nos sorprendió un poco pero nadie comentó nada al respecto. Cuando todos hubimos
terminado de leer la fábula seleccionada y de decir cuál era la moraleja que
sacábamos de ella, Artemio nos dijo que ahora teníamos que escribir nosotros
una fábula cuya moraleja fuera la que habíamos sacado de la de Monterroso y
que, para ayudarnos a escribirla, uno de los personajes de la fábula podía ser, precisamente, el animalito que teníamos en nuestras manos; incluso repartió un
segundo animalito de plástico para quienes así lo desearan, de modo que ambos
animalitos se incorporaran a la fábula que escribiríamos.
Finalmente
varios de nosotros leímos nuestra fábula, no hubo tiempo para que todos leyeran
la suya y de hecho algunos compañeros aún no terminaban de escribirla; pero fue
interesante escuchar aquellas que estaban concluidas, así como los fragmentos de
las que aún estaban sin concluir.
A las 2 pm
terminó el taller de ese día y nos despedimos, con el compromiso de realizar la
correspondiente relatoría y de enviar tanto la relatoría como la fábula a
Artemio y a Sandra, para que en la próxima sesión podamos proceder a la lectura
y análisis de las mismas.
Mi fábula es la siguiente:
Fábula
La Pantera devota
Pedro Luis del Angel Rodríguez.
Sucedió que un día llegó a mi pueblo un cachorro de
Pantera. Mis vecinos, temiendo por las vidas de sus animalitos y por las suyas propias
querían matarla en ese mismo
instante, pero el sacerdote del pueblo se condolió de la pobre Pantera y los convenció de que la dejaran a su cuidado.
Con el
tiempo, el sacerdote, cansado de la vida clerical, se separó de la iglesia y puso un circo, en el cuál la mayor atracción era la Pantera, que con toda devoción se flagelaba confesando sus pecados.
Moraleja:
La sociedad nos enseña a ver como lógico y natural venerar a quien nos domina.
Estampa para el Bestiario
El Oso Hormiguero o la ley del menor esfuerzo
Tomado de: http://wikifaunia.com/mamiferos/osos/oso-hormiguero/ |
Este noble
bruto perezoso, trocó la ferocidad por la comodidad: en lugar de asustar
transeúntes distraídos que deambulan descuidados por los bosques que habita,
sin ánimo para perseguir a su presa jadeando en la pradera y sin deseos de
mojar su fina cabellera en ríos y manantiales para conseguir a los apetitosos
peces, el Oso Hormiguero prefirió seguir la ley del menor esfuerzo y alimentar
su espíritu (pobre, habrá que admitirlo) y sus carnes con crujientes hormigas y
termitas.
Al principio
le resultaba incómodo sentir como paseaban por su boca y se escabullían entre
sus dientes, de modo que decidió reducir tanto el ancho de la boca como el
tamaño de la dentadura, hasta terminar por prescindir de esta.
Como de
todos modos viera que con sus grandes garras le era difícil atrapar hormigas o
termitas en número suficiente para saciar su apetito y visto que disminuir las
dimensiones de sus garras podía significarle la burla de sus congéneres y acaso
colocarle en posición de ser él mismo presa de alguna otra fiera, amén de que
las termitas tienen la descortesía de construir sus termiteros con muros
gigantescos y duros como rocas, tomó la sabia decisión de alargar hocico y
lengua, de manera que ahora puede romper los muros de los termiteros con sus
potentes garras y, sin demasiado esfuerzo, meter hocico y lengua en el
interior, para satisfacer su hambre.
Si bien esta
forma de alimentarse no parece muy suntuosa ni digna de compartirse en grandes
banquetes sociales, a los que los grandes Osos sueles ser invitados, al menos
le permiten al Oso Hormiguero largas horas de holganza, sin manchar su
pelambre, de manera que, a donde vaya, luce siempre sus pieles, con no poca
envidia de los otros Osos, quienes no dejan pasar la oportunidad de criticar su
dieta y su lenguaraz naturaleza.
La única
queja del Oso Hormiguero en nuestros días, es no poder lucir su impronta bípeda
como los otros Osos, lo que en definitiva le ha cerrado la puerta de circos y
teatros, pues nadie siente el menor interés en ver pasear a un Oso Hormiguero
en bicicleta, arrastrando patas, pelaje y cola.
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